Ninguno

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Fecha de incorporación: 25 de Septiembre de 2020 a las 14:03

Sea cual sea la naturaleza de la reunión, ya sea un desayuno, una comida de negocios o una cena con amigos, queremos hacerla agradable. La elección del restaurante puede venir determinada por la fama del chef o el tipo de platos que se sirven en él, pero con la misma frecuencia por la percepción de las señales que nos envía nuestro entorno. Y no se trata sólo de si nos gusta la decoración escandinava o rústica, industrial o glamurosa. La luz, el color, el sonido, la forma e incluso el peso también influyen en el sabor de un plato.

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Por lo tanto, el desayuno, que está destinado a energizarnos y darnos energía para el resto del día, requiere una luz más brillante que la que queremos para una cena de celebración. Por la noche, lo mejor es una luz tenue y atmosférica, donde las velas encendidas crearán un ambiente íntimo. Esta luz favorece una degustación más lenta de los platos más refinados. 



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Así como el color de los alimentos influye en la experiencia gustativa, esta relación también se aplica al color de los platos. Por ejemplo, asociamos el rojo con la dulzura, evocando el sabor de la fruta madura. Un experimento realizado en 2011 con 60 participantes demostró que las palomitas saladas consumidas en un bol rojo parecían más dulces que las de un bol blanco. Por otra parte, el color azul quita el apetito, lo que también conocen los editores de libros de cocina, que no encuadernan sus libros con tapas azules. Lo más seguro en este sentido sigue siendo siempre el blanco elegante, que contrasta con el color del plato, pero tampoco hay que tener miedo al negro. Está demostrado que, al igual que el rosa, potencia el sabor de los postres. Hablando de dulces, evita la vajilla cuadrada. Los experimentos han demostrado que el mismo postre servido en un plato redondo y en un plato cuadrado, el sabor del primero parecía más dulce. 


No sólo los platos, sino también el peso de los cubiertos influye en la percepción del sabor de la comida. Cuanto más grande sea, mayor será la calidad del plato. Para los comensales que no son expertos culinarios, es difícil juzgar en la mesa con qué grado de carne se ha frito el bistec. Esto sólo lo puede hacer un chef experimentado. Sin embargo, cuanto más pesados sean los cubiertos que utilicen, mejor les parecerá la carne. 

Por último, no podemos dejar de mencionar el sonido. La música que fluya de fondo debe ser lo suficientemente discreta como para no interferir en la conversación y animar a permanecer en la mesa durante más tiempo.

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alimentación restaurante bistec
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